UNA HISTORIA
DEL CINE
PARA NIÑOS
DE 0 A 99 AÑOS:
EALING STUDIOS
Y EL FREE CINEMA
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Lindsay Anderson
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La historia del cine
británico comenzó con el nacimiento del propio invento, pero fuera de algunos directores
como Hitchcock o Lean, de algún productor como Korda, o algún éxito aislado; no
se convirtió en una industria influyente fuera de las islas, como sí ha ocurrido
con cinematografías como la sueca, la italiana, la francesa o la alemana. Eso
sí, como potencia económica mundial y cuna de la revolución industrial pudo
cubrir perfectamente el mercado interno.
Uno de los estudios
cinematográficos que más contribuyó fue la Ealing Studios, que desde 1896, aunque
con distintos nombres, y luego especializada en producciones y series para
televisión para la BBC, ha sobrevivido hasta nuestros días.
Ya en la década de 1930 y
1940 la Ealing
Studios
vivió una primera etapa de esplendor produciendo comedias para estrellas británicas
de momento y realizando su particular contribución a la guerra en películas y
documentales que les tocó tan de lleno: Went the Day
Well? (1942), The Foreman Went to France (1942) y San Demetrio, London (1943).
En la posguerra comenzó la
época más dorada del estudio en cuanto a repercusión internacional con la
realización de una serie de comedias satíricas que habrían de cautivar nuestro
corazoncito. La primera fue Hue and Cry (1947) y la última Barnacle Bill (1956). Si los problemas de fondo de la posguerra nos
proporcionaron desde Italia el movimiento neorrealista, la respuesta de Inglaterra,
no menos castigada, fueron estas comedias costumbristas de la Ealing, que contribuyeron al
menos durante dos horas pasar el triste día a día que ni las austeras
Olimpiadas de Londres de 1950, adjudicadas para paliar las que tuvieron que
suspenderse en 1940, pudieron hacer olvidar.
Entre
las comedias más resaltables citar cuatro de ellas. El reto interpretativo de Alec
Guinness en Ocho sentencias de muerte (Kind Hearts and Coronets, 1949) a las órdenes de Robert Palmer,
para caracterizarse en nada menos que ocho personajes distintos; eso sí, todos
de la misma familia. Fuera de eso, la ingeniosa treta del octavo Duque
de Chalfont que ha sido condenado a muerte por el único asesinato que no había cometido,
para salir libre cuando sí había matado a ocho personas, pero que olvida en la
celda del manuscrito en el que confesaba sus crímenes.
Oro en barras, (The Lavender Hill Mob, 1951) estuvo realizada
por Charles Crichton y protagonizada por Alec Guinness y Stanley Holloway, que contaba con la curiosidad
de que Audrey Hepburn tenía un corto papel al
principio de la película, en una de sus primeras apariciones en el cine. En
esta comedia desternillante que cimentó la fama de los estudios un empleado de
banca, cansado de ver pasar lingotes de oro por delante de sus morros, decide montar
el robo perfecto, o no tanto.
La
delirante sátira
dirigida por Alexander Mackendrick, El hombre del traje blanco (The Man in the White Suit, 1951) cuenta como un científico otra vez interpretado por Guinness
inventa una tela indestructible, pero choca contra los poderes económicos que
se alían con los trabajadores para perseguir y eliminarlo porque sería el final
del negocio.
Al final, la tela no es tan maravillosa y se diluye, para así sir Alec dejar de ser perseguido y
desnudo, pero con vida, puede recuperar su monótona vida.
Por
último, El quinteto de la muerte (The Ladykillers, 1955), también de Mackendrick los integrantes de una
banda alquilan una casita a un anciana para preparar un gran robo. El atraco
sale perfecto, pero a la hora de repartirse el botín comienzan los equívocos y
las acusaciones que desatan la tragedia. En un último truco de guion la
viejecita quiere devolver el dinero y, como la policía no la crea, no lo queda
más remedio que hacer un esfuerzo y quedarse con el dinero.
Una vez acabado el punto
álgido de los de la el Ealing Studios y con la cercana muerte del productor a la manera hollywoodiense
Alexander Korda en 1959, la industria cinematográfica
británica estaba agonizante. Solo quedarían la actividad de los estudios Hummer que se especializarán en el cine de terror y la del British Film Institute que contaba con fondos gubernamentales
para paliar este páramo. Como ya ocurriera en Francia con Cahiers de cinema, no porque fuera una copia,
sino porque era consecuencia directa de las mismas pulsiones o necesidades, una
de las respuestas más atrayentes será la de los más jóvenes.
Está reacción crítica se
dio primero en literatura con la aparición del grupo de los Angry Young Men (John Wain, Kingsley Amis, Alan Sillitoe, Bernard Kops, entre
otros), que expresan en sus páginas la amargura de las clases bajas respecto al sistema sociopolítico
imperante de su tiempo y la mediocridad e hipocresía de las clases media y alta. Al mismo tiempo, se traspasó al teatro con el abrumador éxito de la obra de 1956 de John Osborne, Look Back in Anger (Mirando hacia atrás con ira o Recordando con ira), que transformó el teatro inglés. De ahí, a un paso quedaba el cine.
Entre las actividades del British Film Institute estaba la publicación de
la revista Sight
and sound en
la que se publicaron diversas críticas de gente joven con ideas bien definidas
sobre las películas que había que hacer. Entre ellos se encontraban Lindsay Anderson, Tony Richardson y Karel Reistz que quisieron predicar
con el ejemplo y también convertirse en cineastas como los de la Nouvelle Vague, aunque los británicos
empezaran haciendo cine documental. En el mismo año del éxito de Osborne, el Nacional Film Theatre ofrece una temporada de
cine denominada “Free Cinema”, en el que se ofrecen los documentales de los arriba citados. Con
la misma base ideológica que los Angry Young Men nacerá la corriente cinematográfica, que pasarán a la Historia
del Cine con el nombre de Free Cinema en alusión a un cine más apegado a la realidad de lo que se
hacía en Hollywood.
Así,
poco a poco irán realizando esta nueva hornada ya de directores de ficción
películas que ofrecen un punto de vista más social. Comencemos por Un lugar en la cumbre, de Jack Clayton (1958). Es la historia de un modesto contable que hace su vida
en el Norte de Inglaterra y que intenta conquistar a mujeres, en apariencia,
imposibles; ya sea por su situación económica, ya sea por su situación
conyugal.
En
segundo lugar, en Sábado noche y domingo
mañana (Saturday
night and Sunday morning, 1960), dirigida por Karel Reisz y producida por Richardson y Saltzman, fueron mostradas por vez primera las clases trabajadoras
tomadas en serio, mostrando que también entre los obreros hay orgullo espíritu
y entrañable ternura. Un joven trabajador es engullido por el agotador trabajo
que se entrega a la diversión más primitiva para mitigar las heridas cotidianas.
Las heridas irán aumentando de tamaño cuando al mismo tiempo deja embarazada a
la mujer de un compañero e intenta seducir a una joven con la que se obsesiona.
Tony
Richardson ilustrará en The loneliness of the long distance runner (La soledad del corredor de fondo, 1962) la mala cabeza de
un joven de clase obrera que acaba en un reformatorio tras robar una barra de
pan. Para redimirse en esta institución se introducirá en la estricta
disciplina que le cambiará la vida y se le abrirán nuevas perspectivas.
Lindsay Anderson, hará un doble retrato
social. En If (1968) reflejará negativamente el dudoso sistema educativo
británico y, por extensión, de toda la sociedad, a través del líder de una
revuelta estudiantil. Y en Un hombre de suerte (1973)
en donde critica el capitalismo de la forma más insólita posible: desde la
extravagancia. Un vendedor de café que inicia un viaje con una serie paradas
estrambóticas que ofrece una mirada sobre el consumo y el mercantilismo
desgraciadamente hoy demasiado vigente.
En
su segunda película Kes, (1969), Ken Loach da sus primeros pasos en el Free Cinema, con la historia de
Billy, un muchacho de aspecto triste que vive en un pequeño pueblo minero de
condado de Yorkshire. No va bien en la escuela y comete pequeños hurtos que le
reportan algo de dinero. Un buen día, encuentra un pequeño halcón y, lleno de entusiasmo,
decide cuidarlo hasta que consiga volar.
El movimiento tuvo un auge
de unos diez años y luego los directores buscaron otros cauces expresivos más
trillados abandonando el interés documental por otro más artístico, comenzando
también una andadura norteamericana más comercial. Por ejemplo, Richardson toco el cielo en Hollywood con una comedia
ambientada en la Inglaterra del siglo XVIII. Tom Jones fue financiada por la United Artist y consiguió en 1963 los Óscar a la mejor película, mejor
dirección y mejor guion adaptado de la novela de Henry Fielding.
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Ken Loach
|
Sin embargo sus postulados
nunca desaparecieron del todo, ya que el Free Cinema desarrolló una variante
del realismo que años después fuera utilizada para la crítica de la Inglaterra thatcheriana
por un director ya integrante del movimiento como Ken Loach, u otros alumnos
aventajados como Mike Lighs o Stephen Frears.
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Fotograma de La soledaddel corredor de fondo
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NOTA DEL AUTOR:
ALGUNA DE LAS LAS FOTOGRAFÍAS Y VÍDEOS ESTÁN EXTRAÍDAS DE INTERNET SIN
ÁNIMO DE COMERCIAR CON ELLAS. GRACIAS DE ANTEMANO POR LA AYUDA
DESINTERESADA.
En
sucesivas entregas haré un recorrido lúdico, aunque exhaustivo sobre la
HISTORIA DEL CINE con mayúscula. En un principio, va dirigido
especialmente al público más joven, pero luego no excluir a nadie, como
reza el título general. Por lo que cualquiera puede leerlo con el ánimo
de aprender cosas en esta apasionante historia que todavía no tiene
final y que nunca te las habían contado de esta manera.
En
este BLOG no va a seguir un orden cronológico, sino que se irán
desgranando los capítulos de forma aleatoria, ateniendo a mis gustos
personales y a las anécdotas que vayan surgiendo. Más adelante, si es
menester toda la obra se puede editar en libro siguiendo los cánones
cronológicos al uso.
No te pierdas esta increíble aventura, que será el comienzo de una larga amistad…
Próximas entregas
- The Americam Wife Live: La comedia screwball
- Actrices de leyenda
- El Dios de Fernando Trueba
- El mundo siempre puede ser mejor para Capra
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