viernes, 30 de agosto de 2013

Una historia del Cineclub en la Rioja: 2.1. Los Cineclubs de los años ‘50

 Una historia del Cineclub en la Rioja: 

2.1. Los Cineclubs de los años ‘50


Este artículo ha sido realizado con una ayuda a la investigación del Instituto de Estudios Riojanos

 


         Esta serie de trabajos de historiografía cinematográfica investigación se planteó para dar a conocer la actividad cine-clubista que se hubiera desarrollado en La Rioja a lo largo de la historia del cinematógrafo, partiendo de los que surgieron como tales a principios de la década de los años cincuenta y que proliferaron en diferentes localidades de nuestra (por entonces) provincia en posteriores fechas, sin dejar de rastrear algunos intentos que se pudieran haber promocionado en fechas anteriores a la Guerra Civil, nacidos tras el empuje que el cine-club encontró al convocarse el primero que en España se constituyó alrededor de La Gaceta Literaria en 1929.
    Con esta investigación se pretende repasar en profundidad los orígenes, desarrollo y ocaso que el cine-club pudo alcanzar en territorio riojano a lo largo de más de cincuenta años en los que el cinematógrafo encontró un modelo de exhibición (fuera de los cauces comerciales de algo que traspasa los límites de un medio técnico que consigue pingües beneficios para convertirse en arte) en que ahondar un poco más en la cultura cinematográfica del espectador e intentar enriquecer su punto de vista ante la pantalla, más cercano al concepto de cinefilia que tenemos hoy en día.



                        De la fractura de la guerra sólo se pudo salvar el cine-club del Sindicato Español Universitario, que tras las dos sesiones de 1935, a mediados de abril de 1939 ya está dispuesto a reanudar sus sesiones con la proyección en el cine Génova del documental El imperio de los Incas y la película Hombres del mañana (No greater glory, Frank Borzage, 1933),1 aunque únicamente pudiera sobrevivir durante un o por las estrecheces propias de la época. De aquí en adelante estas mismas dificultades se reproducirían en cada uno de los cine-clubs que habrían de surgir en los próximos años: los cine-clubs madrileños del CIRCE (Círculo cinematográfico Español) en 1941 y del Círculo de Escritores Cinematográficos” en 1945, el Alcalleres” de Valladolid o el Educación y Descansode Salamanca. Tras una primera etapa en que el mundillo cinematográfico profesional los había acogido con afecto y se les facilitaba su labor gratuitamente, esta situación de ventaja pronto se les fue negada por la propia industria por la competencia comercial que los cine clubs representaban y tienen que ir replegándose a salas modestas de colegios o asociaciones culturales, tienen que buscar como pueden películas en la naciente Filmoteca Nacional de la que va a encargarse Fernández Cuenca, o van a tener que solicitar árnica  a las representaciones diplomáticas en nuestro país, para conseguir películas gratis. Porque las entradas ya no podrán ser a una peseta o una cincuenta, como en el caso de CIRCE, tendrán que pasar a dos o más, por el momento (Hernández Marcos - Ruiz Butrón, 1978: 37).

Carlos Fernández Cuenca
    El 30 de diciembre de 1945 nacerá en Zaragoza el cine-club que habrá de servir de modelo a los que posteriormente habrán de constituirse: el Cine Club Zaragoza. Su importancia no puede medirse por la calidad de las película exhibidas bajo su amparo, sino por el enfoque de la sesiones en perfecta coordinación, obra de sus impulsores Eduardo Ducay, Orencio Ortega Friso y, sobre todo, Manuel Rotellar. Se cuidaba todo hasta el menor detalle, empezando por un completísimo programa de ocho ginas con fotografías, fichas completas y comentarios de las películas, para luego mimar la afinidad de los títulos a proyectar y después la interrelación entre las sesiones, precedentes y posteriores, como antecedente de los ciclos. A su estela, o como evolución lógica de una fórmula ya bien pergeñada, aparecerán imitadores como el Ramiro de Maeztu de Madrid, el Universitario de Barcelona (así como una pléyade de otros Universitarios” en diferentes puntos de la geografía nacional), el de la U.C.E. (Unión Cinematográfica Experimental) y el Specta, ambos de Madrid; el Pamplona, radicado en dicha localidad; el “Moterols” y el Cercle Lumière, dependiente de la Embajada de Francia; localizados los dos en la Ciudad Condal; el Cine Estudio, emanado del Ateneo de Madrid; el Vinces, sufragáneo del Consejo Diocesano de Acción Católica; el Segundo de Chomón, supeditado al Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas; o el Orense, sito en esta ciudad Gallega.
   Sólo el entusiasmo de sus promotores y la afición de sus espectadores podían superar el inconveniente mayor de esta manifestación cinematográfica, en una época en la que los soportes de las películas no era el más adecuado, por su alto de índice inflamación y por q todaa no se había extendido por el mundo la necesidad de la conservación de las películas por su condición de obras de arte; la mala calidad de las copias: Porque éste era el problema terrible de los cine clubs de la época; que las copias existentes cada vez estaban más deterioradas, cada vez más reducidas, a fuerza de cortes por el uso, produciéndose saltos que sólo la devoción cinéfila podía tolerar. Ante una obra de arte -se decía- preferible es ver una parte, que no ver nada. Y a se justificaban sesiones injustificables. Pero, después de todo, esto daba un tono heroico a estas sesiones de los cine clubs de los años cincuenta, quienes nunca sabrán suficientemente lo que para la calidad de sus sesiones, y muchas veces para su supervivencia, deben al Servicio Francés de Información, al frente del cual estaba por entonces un sencillo intelectual francés, encantador y generoso, llamado Marcelin Defourneaux, a quien tanto deben los cine clubs universitarios, surgidos a la palestra de esa cada (Hernández Marcos - Ruiz Butrón, 1978: 42).

            ¿Un cine club en Logroño? era la pregunta que encabezaba un artículo de publicado en Nueva Rioja el 27 de octubre de 1951 con la intención de sondear los posibles acólitos que la idea pudiera suscitar para seguir adelante con el proyecto, ya que este llamamiento se produjo cuando las gestiones para el mismo ya estaban muy avanzadas. Esta proclama se convertiría en la segunda manifestación cineclubística radicada en La Rioja, de que tengo noticia, tras las sesiones del Ateneo que antes de la guerra auspiciara en Logro el Cine Club Español de la Gaceta Literaria. Como manifestara el autor de dicho reclamo, la idea nació a la estela de otras capitales, al igual que lo tienen no pocas capitales españolas,por la intermediación de varios entusiastas que concibieron la idea, consultaron pareceres, y la favorable acogida que el proyecto tuvo por parte de cuantos logroñeses amantes del cinema lo conocieron, les sirvió de aliento para poner manos a la obra.Al anunciarse la inminente sesión inaugural, esta arenga publicada para recabar el mayor mero de socios posible acababa con unas esperanzadoras previsiones: alcanzará bien pronto consideración e importancia suficientes para situarse al lado de los ya existentes en España, que su trayectoria posterior desmentirían.

Tres días más tarde se confirmaba en Nueva Rioja la rapidez de las gestiones de los organizaciones y la celebración de la sesión inaugural del Cine Club LOGROÑO para el 4 de noviembre en un local por determinar, con el fin de cumplir el objetivo de los cine-clubs que para el autor de la nota residía en promocionar , a cuentos sienten interés o predilección por las cuestiones cinematográficas, un medio de satisfacer sus inclinaciones, facilitándoles la oportunidad de gustar o incluso estudiar todo lo que el cine es, ha sido y puede ser, especialmente desde el punto de vista arstico. A continuación, elaboraba un ambicioso plan de actuación de todos los cine-clubs en general, y el de Logro en particular, que comprendía la proyección de películas y de documentales, y la organización de conferencias sobre cine por personalidades nacionales y extranjeras, etc. Por último, anticipaba el funcionamiento interno del cine-club, en el que en un futuro habrían de celebrarse dos sesiones por mes, en domingos alternos, diferenciadas en dos partes, una primera compuesta por una conferencia, o de la proyección de un documental o de una película muda; y una segunda para la proyección de un largometraje sonoro. Como no podía ser de otra forma, se le proporcionaría a los asistentes el consabido folleto, cuidadosamente editado, que contendrá los datos y demás información para orientar suficientemente al espectador acerca del sentido arstico de la sesión. Además se anunciaba la novedad de la celebración en cada sesión un concurso de crítica de la película proyectada, premiada en metálico con una cantidad no reseñada y con su publicación en el folleto siguiente. La asistencia a las sesiones estaba reservada únicamente a los socios, por lo que no se abriría la taquilla.

 
            No sería el día cuatro, sino que definitivamente el domingo 11 de noviembre de 1951 a las once y media de la mañana se celebraría en el cine Avenida de la capital riojana la sesión inaugural del Cine Club Logroño. El acto se abr con la conferencia titulada En torno al cineclub, impartida Raimundo Aldea, guionista socio de honor del, ya citado, cine club Pamplona (primer indicio que emparienta a los dos cine-clubs), a la que le sigu la proyección de dos documentales, La ciencia al servicio del cine y Balzac, éste último producido y dirigido por Jean Vidal que fuera premiado como primer premio al film biográfico del III Festival Internacional de Río de Janeiro de 1950; y la del largometraje de Georg Wilhelm Pabst (1895-1967), Don Quijote (Don Quichotte,1933), basado en la célebre novela cervantina adaptada por el propio y director y por Alexandre Arnou, e interpretada por Feodor Chaliapine.2 Al domingo siguiente se celebraría una segunda sesión del Cine Club Logroño dedicada al cine musical. Ésta se abriría con el documental inglés titulado Los instrumentos de la orquesta, al que le se seguiría otro de Jean Mitry, Pacific 231 (1949), en esta ocasión basado en una sinfonía de Arthur Honegger. El acto finalizaría con la proyección de Casta Diva (1935), hagiografía sobre el compositor Billini, que incorporaba fragmentos de sus ópera, dirigida por Carmine Gallone e interpretada por Martha Eggereth y Philliphs Holmes.3
            En la notas de prensa se hacía siempre hincapde la gran acogida que había tenido el cine-club por parte de los aficionados, el gran mero de abonados que se había apuntado y lo concurrido de las sesiones. Asimismo, se estableció como domicilio social del mismo en la calle Hermanos Moroy, 1, principal. A pesar de esta acogida, el último día de noviembre salió publicado en Nueva Rioja un oficioso manifiesto del cine-club, obra de Jo Luis Domingo Muro y titulado Logroño, su cineclub y usted..., en el que su autor quiere expresar el agradecimiento y la satisfacción de los organizadores para con el público logroñés; pero con el que, tras remarcar algunos de los objetivos de los cine-clubs en general (por ejemplo el de contemplar mucho de lo bueno que no se proyecta en nuestros salones cinematográficos”), pedía al público un poco de tiempo para la eficaz captación del medio en que ha de desenvolverse.En esta arenga, Domingo Muro se permitía la licencia de abroncar a los logroñeses, en general, y a los socios de la Filarmónica de Logroño, en particular, por haberse perdido la segunda sesión del cine-club dedicada a la música. Pero no les guarda rencor y espera que el público logroñés con su concurrencia sepan romper su prudencia y desconfianza con esta manifestación cultural.
Obra de J.L.Domingo Muro
En este manifiesto se confirma definitivamente que los organizadores del Cine Club Logroño fueron los fundadores, asimismo, del citado cine-club Pamplona, con lo que su sucursal logroñesa tendrá en un futuro un rémora importante en su devenir por esta puntual circunstancia. Para futuras sesiones se tenía previsto el ambicioso plan de presentar las figuras de los mejores directores en sus más famosas producciones a lo largo de la historia de la producción cinematográfica,que iba a traducirse inmediatamente en el mes de diciembre con la proyección de algunas de las películas del realizador alemán Willy Forst y una retrospectiva del cine documental francés. De este modo, el domingo 3 de diciembre se celebró en el cine Avenida su tercera sesión con la proyección de los documentales franceses Revolución 1848, de Spiri de la Mure y Soboul y una biografía del pintor Vincent Van Gogh por Gaston Diehl y Alain Mesnais; seguidos del largometraje del actor y director vienés Willy Forst titulada Serenade (1937).4 El último acto del Cine Club Logroño tendrá que esperar dos días, tras anularse una primera convocatoria fijada para el domingo 17 de diciembre, para celebrarse el martes 19, día de Nuestra Señora de la Esperanza, con la proyección de los documentales El fanal de los muertos, de Jacques Casembroot, y El evangelio de la piedra, de André Bureau; y la continuación del ciclo de Willy Forst con la película Mascarada (Maskerade, 1934), que fuera interpretada por Olga Tschechowa, Paula Wessely y Adolf Wolhbrück.5

Quizás por su manifiesta dependencia con el de Pamplona, pero la aventura del Cine Club Logroño no dio más de sí, aunque su labor no caería en saco roto. Recogiendo su antorcha pero desligándose por completo del mismo, a principios de 1952 otro grupo de entusiastas del cine anunciaron en Nueva Rioja el impulso de un nuevo cine-club para satisfacer la demanda del público de la capital y recalcando su origen  autóctono:  esta  vez  real  y  verdaderamente  creado  y  sostenido  por logroñeses.6 Como los pamplonícas le habían usurpado su epígrafe lógico, tuvieron que elegir otro de similares características que los diferenciase, aunque desbordara un poco los límites que la organización aspiraba alcanzar. De este modo, el 20 de enero de 1952 abrirá sus puertas por primera vez, en esta ocasión de forma gratuita y por invitación, el CINE CLUB RIOJANO, que mantendría -como revancha- el mismo día (domingo), salón (Avenida) y horario (once y media) que su predecesor; y, de la misma forma, tampoco dudará en convocar a sus sesiones a los miembros del fenecido Cine-Club Logroño.7

Como no podía ser de otra forma, sus objetivos no estaban muy claros. En una misma nota de prensa, unas veces, eran lo suficientemente amplios como difíciles de cumplir: admirar las mejores películas de todos los tiempos, películas de ayer y hoy, que quedarán en el futuro; y, en otras, demasiado humildes, pero más susceptibles de ser realizados: no se propone más que ofrecer a sus paisanos unos ratos agradables de buen cine.8 Todo ello bien condimentado de ilusión y amor por el cine. El programa de la sesión inaugural se correspondía con perfectamente con estos lugares comunes de todos los cine-clubs que empiezan. No se componía de películas memorables de la historia de la cinematografía, pero a buen seguro que ayudaron a pasar un buen rato a los asistentes a una acto compuesto por un documental alemán de la Tobis, Desde Aquisgrán al bajo Rhin, después por un complemento cómico, y por último por una comedia musical francesa ambientada en la Costa Azul de título París-Montecarlo.

Como temiendo que lo anodino de su primera sesión no animase a la gente a suscribirse, los organizadores no tardaron en publicitar los propósitos que les impelían en su empresa, nacida para agrupar a todos los aficionados, tanto espectadores como cinematografistas amateurs, siempre y cuando que cada uno de ellos lleve en su interés un objetivo de mejoramiento y superación. Se comprometían a proyectar en sus sesiones el tipo de películas que se quedaban fuera de los programas del cine comercial como documentales culturales y científicos y cintas representativas de todos los tiempos que, por su significación hisrica o arsticas, hayan alcanzado el honor de figurar en las antologías cinematográficas; pero haciendo resaltar que no se limitaría al cine minoritario, sino todas aquellas que con sus aportaciones en los terrenos de concepto, cnica, arte y oficio han hecho posible el grado actual de expresividad cinematográfica; para conseguir que cada temporada del cine-club se constituyese en un cursillo que sirva de recordatorio a los entusiastas de ayer y de enseñanza a los nuevos adeptos al séptimo arte.9 En la misma nota de prensa se vola a recordar a los interesados en suscribirse al cine-club que podían recoger los boletines en el vestíbulo del cine Avenida o al domicilio provisional de la entidad sito en Queipo de Llano, 20, , izq., tfno. 32-13.

En sucesivas notas de prensa los organizadores del Cine Club Riojano irán adelantando los contenidos de las próximas sesiones, unas veces de forma meramente numerativa y otras de forma valorativa. En este segundo sentido, el 13 de febrero de 1952 realizarán una defensa del documental, en general, y como elemento importante de sus programas, en particular. Partiendo de la premisa de que es un instrumento de cultura insustituibleen pocas ocasiones al alcance del gran público, quieren utilizarlo como complemento de la película base o, incluso, como monográfico sobre las más diversas materias. En cuanto a cuestiones administrativas, se amplían los lugares en donde recoger los boletines de suscripción al Círculo logroñés, al Aero Club y al Gran Casino, y se anuncia que la cuenta mensual a satisfacer por los socios será de 15 pesetas, lo que les da derecho a entrar de forma gratuita, por lo menos mientras el cine-club estuviera en constitución.

Para el mes de febrero estaban previstas en el cine Avenida dos sesiones ordinarias y una extraordinaria documental: el viernes 22, a las siete y media de la tarde, se pasarían los documentales en technicolor Snowdonia y Tierra de todos y la película (supongo que la versión sonora) de Fritz Lang para la Nero Films, El testamento del doctor Mabuse (Das Testament des Doktor Mabuse, 1933); el domingo 24, a las doce y media de la mañana, se proyectaría un monográfico sobre tema médico, con los documentales Historia del D.D.T y La sarna  y su tratamiento; y el viernes 29 se cumplimentaría el programa con un documental sobre la decoración, La casa a través de los siglos, y otro en technicolor que llevaba por título Hawicka, como complementos a la producción francesa de Georgius y Jacqueline Jacquet, Elixir de amor.10 Sin embargo, las cosas no sucedieron habían previsto la organización, porque la idea de instaurar los viernes como día fijo para sus sesiones no se pudo lograr, de momento, al chocar con los intereses comerciales de una empresa como la del cine Avenida que no quiso ceder el local en ese horario. De este modo, en el mismísimo viernes 22 se publicó una nota de prensa en Nueva Rioja en la que se anunciaba el trasladó al domingo por la mañana de la sesión de ese día, considerada en la misma nota como la verdadera sesión inaugural del Cine Club Riojano, porque la anterior no tuvo otro alcance ni significación que el de hacer acto de presencia ante la afición logroñesa al cine. Por lo tanto, desaparecería la sesión documental que tenían fijada para esta fecha y se desplazó la del 29 de febrero al 2 de marzo.

Como respuesta a las dos primeras sesiones y antesala de la tercera, en otra nota de prensa en Nueva Rioja de 12 de marzo la organización vuelve a insistir en sus propósitos fundacionales en respuesta a una pregunta retórica puesta en boca del gran público de ¿qué es el Cine-Club? y ¿para qué sirve? Amparados en un criterio cultural se autoimponen una misión orientadora y formativa, que aproveche la extraordinaria arma difusora del cinematógrafo para objetivos educativos. Quieren desmarcarse de la mera proyección de películas antiguas para seleccionar antológicamente nuestras proyecciones de esta índole, alternándola con valiosas cintas documentales e instructivas de última novedad,” con la sana intención, dada la índole minoritaria y selecta de nuestra sociedad de confeccionar programas no comerciales, que por su elevado nivel arstico-educativo, no son aptos para el gran público.” Con estdeclaración de intenciones se esn contradiciendo un poco, a la vez que firman su propia acta de defunción por querer circunscribir su propuesta a una minoría selecta, recalcada por la particularidad organizativa de la advertencia de que para ingresar a partir de abril en el cine-club, los aspirantes tendrán que estar avalados por dos socios, dada la necesidad de ir restringiendo, y seleccionando la calidad de los socios. En esta misma nota, también se anunciarán otros proyectos de la sociedad que habrán de quedaren el olvido: la preparación de su primer gran baile, con la idea de repetirlos en el verano con proyecciones al aire libre y baile en los jardines, y el inicio de las gestiones para celebrar un I Gran Certamen de Cine Amateur.



¿Cles fueron las circunstancias que pudieron confluir para la pronta desaparición del Cine Club Riojano al final de esa misma temporada? Si hemos de creer a la propia organización por lo manifestado en las notas de prensa, la creación a su alrededor de tantas expectativas, la autorrestricción del numero de inscripciones y los interesantes proyectos que se barajaban en su seno, parecen desmentir lo abrupto de su cierre. No obstante, es necesario resaltar la particularidad de que en los sucesivos programas se exhibieran sólo films documentales, ratificado por el detalle de que dos sesiones debieron de retrasarse por la demora en la recepción del material, lo cual da cuenta de las dificultades que encontraron sus organizadores a la hora de encontrar películas de ficción y su excesiva dependencia con los distribuidores.






1.- Los datos enumerados a continuación están sacados casi todos de la Historia de los cine clubs en España de José Luis

Hernández Marcos y Eduardo Ángel Ruiz Butrón, Madrid, Ministerio de Cultura, 1978.



2.- “Hoy inaugura sus sesiones el Cineclub Logroño y Brillante sesión inaugural del Cineclub Logroño”. Ambos en Nueva Rioja,

11 y 14 de noviembre de 1951 respectivamente.



3.- “La segunda sesión de Cineclub Logroño y Segunda sesión de Cineclub Logroño”. En Nueva Rioja, 18 y 20 de noviembre de

1951.



4.- “La pasada sesión de Cineclub Logroño”. En Nueva Rioja, 7 de diciembre de 1951.



5.- “Cuarta sesión de Cineclub Logroño”, Se aplaza la sesión de Cineclub Logroño y “La cuarta Sesión de Cineclub Logroño”. En Nueva Rioja, 16, 18 y 20 de diciembre de 1951.



6.- “Cineclub Riojano”. 18 de enero de 1952.



7.- “La sesión inaugural de Cine Club Riojano”. En Nueva Rioja, 20 de enero de 1952.



8.- Nueva Rioja, 19 de enero de 1952.



9.- Propósitos de Cine Club Riojano”. En Nueva Rioja, 24 de enero de 1952.


10.- Nueva Rioja, 13, 15 y 17 de febrero de 1952.

Continuará...



Todas las fotografías están extraídas de internet sin ánimo de comerciar con ellas. Gracias de antemano por la ayuda desinteresada.



¡Que aproveche! Un cordial saludo. 
Aitor Hernández Eguíluz 

 = = = = = = = = = =
 = = = = = = = = = =