viernes, 7 de mayo de 2021

Harold "Speedy" Lloyd: El hombre de las gafas

UNA HISTORIA

DEL CINE

PARA NIÑOS

DE 0 A 99 AÑOS:

MAGOS DEL HUMOR

HAROLD LLOYD



«La risa es el sonido más hermoso del mundo»
                           Harold Lloyd

Del triunvirato de cómicos que dominó las pantallas mudas fue el que más éxito consiguió con los largometrajes y el que más dinero ganó. Harold “Speedy” Lloyd heredó de su madre el apellido artístico y de su padre el mote. Nace en Nebraska y tras varios traslados hasta la separación en 1910 del matrimonio se instala con su padre definitivamente en Santa Mónica, California. 

Lloyd y Roach en acción


En su autobiografía cuenta que cansado del teatro en 1913 consigue entrar en los enormes estudios Universal Pictures disfrazado de figurante. Su actitud positiva, carisma y gran sentido del humor, le permiten entablar amistad con J. Farrel McDonald, de His Heart, His Hand, His Sword (Su corazón, su mano, su espada), típico serial de la época que tenían mucho éxito entre el público; y allá conocea Hal Roach, con quien, trabajará mano a mano durante una década. 


«Harold Lloyd no era un cómico, pero fue el mejor actor en interpretar a un cómico que jamás he visto». 

                                         Hal Roach


Tras una fase dubitativa en la que realiza imitaciones de Chaplin, modelo cómico a emular por todos, con el personaje Willie Work; en el verano de 1917 Harold crea un nuevo personaje: «El hombre de las gafas» que rompe el estilo cómico imperante.  

Harold Lloyd caracterizado como Willie Work
 

No necesitó caracterizarse como Chaplin, con unas gafas de carey (muy de moda en aquel tiempo), y un simple sombrero de paja aparecía en pantalla, con un aspecto juvenil, como el genuino representante del norteamericano medio

Con sus carey y su sombrero de paja
 
Como en El tenorio tímido (Girl Shy, 1924) en que a pesar de su miedo a las mujeres no duda en perseguir su objetivo hasta conseguir el amor de la chica, en una elaboradísima persecución en que utiliza todo tipo de transportes.  

Sin la inexpresividad de Keaton hacía gala de una capacidad para superar, desde la sencillez, todos los obstáculos que se interponen en su camino. Todo ello con una actitud optimista, valiente, perseverante, atlético y dinámico con una sonrisa siempre en la boca. Como en El doctor Jack (Doctor Jack, 1922) en el que interpreta a un hombre amistoso y altruista que utiliza el sentido común para curar a los ciudadanos de cualquier mal. 

Personaje eminentemente urbano, hasta cuando va de vacaciones a una isla paradisíaca y se envuelto en una revolución en ¡Venga alegría! (Why Worry?, 1923), que en el ritmo frenético de la urbe moderna es donde mejor se encuentra, es el ambiente que mejor se ajusta a su personalidad.   

 
Aunque vive en un sistema capitalista, por eso mismo puede usar todas las armas que encuentra a su alrededor para lograr el éxito que se le niega al principio de todos sus largometrajes. Al final, no se le resiste el ascenso social, aunque tenga que subirse por un edificio como en El hombre mosca (Safety Man, 1923) su película más icónica, por la que le recordamos todos colgado de un reloj. 

Pocas veces utilizaba dobles, pero no era tonto y velaba por su seguridad.
 

Sin embargo, demuestra una decisión y un arrojo a prueba de bombas, nunca mejor dicho. En la promoción de Haunted Spooks  (1917), uno de sus cortos, le explotó una bomba en las manos y se le llevó tres dedos de su mano izquierda. A partir de entonces, usaba un guante con una prótesis porque Harold no quería que le público le restase méritos por ser un tullido. 

Pero Harold Lloyd no estaba solo, además de la complicidad de Roach como productor, se rodeó de un grupo de colaboradores que se denominaban entre ellos The Gag Men con lo que preparaba hasta el detalle las películas: Fred Neymeyer, Tim Whelan, Clyde Bruckman, Ted Wilde y Sam Taylor

 


Muchos firmaron las películas del cómico como directores, pero se trataba de un labor en grupo con la que se beneficiaba el resultado final avalado luego por el público. Conseguían así el estilo rápido, marca de la casa, aparentemente loco e improvisado y casi siempre in crescendo, en lo que nada era dejado al azar, como lo demuestran sus otras películas mudas: Marinero de agua dulce (A Sailor-Made Man, 1921), El mimado de la abuelita (Grandma's Boy, 1922), Casado y con suegra (Hot water, 1924), El estudiante novato (The Freshman, 1925), El hermanito (The Kid Brother, 1927) o Relámpago (Speedy, 1928) en donde homenajea su apodo. 

Anuncio con Harold Lloyd y sus jefes como protagonista

Como los otros dos vértices del triángulo sufrió con la llegada del sonoro. El nuevo ídolo a adorar era la verborrea, que no era el fuerte de estos genios eminentemente visuales. Pero, como si se tratase de un personaje de sus películas le echó el arrojo necesario y tomó clases de dicción y entrenamiento vocal para adaptarse al cambio en el gusto del público. Antes de eso, ¡Qué fenómeno! (Welcome Danger, 1929) estaba terminada cuando los Warner hicieron saltar todo por los aires, por lo que Lloyd la rehízo sonora por completo pero incrementó el presupuesto y no fue un éxito. 


En la siguiente producción jugó la carta segura de su mayor éxito mudo con una adaptación sonora del hombre mosca con ¡Ay, que me caigo! (Feet First, 1930); pero ni con esas. 

En sus dos siguientes películas quiso hacer cambios en el modelo mudo que ya no funcionaba. En Movie Crazy (Cinemanía, 1932) el protagonista tiene una compleja relación amorosa con la protagonista, Constance Cummings. 


Tras dos años de reflexión, hace una comedia (basada en un libro por vez primera) The Cat's Paw (La garra del Gato), con altas dosis de crítica social al mejor estilo de Frank Capra. El hijo de un misionero abandona China y va por primera vez a los Estados Unidos para escoger esposa y se ve atrapado en una compleja y oscura red de intereses políticos, corrupción caciquismo, racismo, fascismo. 

En el cartel promocional de la película podía leerse: «Todo es nuevo menos las gafas»

Sus dos últimas películas, a pesar de estar dirigidas por dos de los mejores directores de comedias de la historia, Leo McCarey con The Milk Way (La vía láctea, 1936) y Preston Sturges con The Sin of Harold Diddlebock (El pecado de Harold Diddlebock, 1947), respectivamente, solo son notables películas, no por el guion o la profesionalidad de todos los que participaron en ellas, sino porque en la mente de los espectadores el que aparecía en la pantalla era Harold Lloyd la estrella muda, su glorioso pasado pudo con su figura y en cierta forma con la de los tres. Chaplin siguió dirigiendo, aunque tuvo que abandonar definitivamente a Charlot. 

Anthony Quinn tiene un papel corto como extra, su primera aparición en una película

A diferencia de otros actores de la época e incluso posteriores, Lloyd era el propietario de casi toda su obra fílmica, lo cual le aseguró una sólida fortuna durante toda su vida. La película de Sturges fue un empeño del director que convenció a Lloyd para regresar al cine, Éste ya no lo necesitaba, seguro que fue un buen divertimento y nada más. El resultado fue, al menos, una última oportunidad para ver por última vez al hombre de las gafas hacer piruetas en la cornisa de un edificio.

 

En 1953 recibió el Óscar honorífico por su aportación al mundo del cine y «por ser buen ciudadano», frente al corruptor Chaplin que había huido a Europa. Tampoco es de extrañar porque su vida familiar fue muy tranquila. Se casó con la también actriz Mildred Davies desde 1923 hasta que murió por un infarto en 1969.

 

Poco a poco fue declinando su nombre en la memoria de los espectadores, que no podían ver al cómico en televisión, como sí veían a Chaplin, porque él como propietario de su obra siempre se negó pensando que se hicieron para verlas en la pantalla grande. Recibió varias ofertas para que sus películas fueran emitidas por televisión, pero él siempre se negó, considerando que el medio ideal para disfrutar de su obra era la pantalla grande. Esta actitud suya es una de las causas del olvido que sufrió Lloyd durante varias décadas. 

http://ecx.images-amazon.com/images/I/411W7BPK4VL._SX258_BO1,204,203,200_.jpg
Libro de Jeffrey Vance y Suzanne Lloyd (nieta del actor)


Menos mal para todos, que tras su muerte en 1971 el Harold Lloyd Trust permitió la emisión de algunas de sus obras y pudimos recuperan la popularidad para un verdadero mago del humor.


Enlace a la famosa escena de Safety Last! que literalmente significa "la seguridad primero": https://www.youtube.com/watch?v=VFBYJNAapyk


NOTA DEL AUTOR: ALGUNA DE LAS LAS FOTOGRAFÍAS Y VÍDEOS ESTÁN EXTRAÍDAS DE INTERNET SIN ÁNIMO DE COMERCIAR CON ELLAS. GRACIAS DE ANTEMANO POR LA AYUDA DESINTERESADA.

 

    En sucesivas entregas haré un recorrido lúdico, aunque exhaustivo sobre la HISTORIA DEL CINE con mayúscula. En un principio, va dirigido especialmente al público más joven, pero luego no excluir a nadie, como reza el título general. Por lo que cualquiera puede leerlo con el ánimo de aprender cosas en esta apasionante historia que todavía no tiene final y que nunca te las habían contado de esta manera.

En este BLOG no va a seguir un orden cronológico, sino que se irán desgranando los capítulos de forma aleatoria, ateniendo a mis gustos personales y a las anécdotas que vayan surgiendo. Más adelante, si es menester toda la obra se puede editar en libro siguiendo los cánones cronológicos al uso.

No te pierdas esta increíble aventura, que será el comienzo de una larga amistad…


Próximas entrega
  • El cine a la francesa: la novelle vague
  • Los otros géneros cinematográficos (5/5)
  • Cine inglés: de la Ealing a los chicos airados
  • The Americam Wife Live: La comedia screwball


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