viernes, 5 de febrero de 2021

La torre de Babel en el cinema parlante

Una 

Historia del Cine 

para niños 

de 0 a 99 años:

Dobles versiones  


 

Cuenta la Biblia que los hombres en su soberbia quisieron construir una torre que llegara hasta el cielo. Yahvé, el dios judío, no estaba por la labor y se le ocurrió una treta para fastidiar el asunto. Hizo que los que estaban construyendo tamaña locura hablarán en lenguas distintas y no pudieran comunicarse. Eso acabó con la descabellada construcción que quedó como símbolo de la necedad humana. Como han hecho todas las mitologías, los cristianos antiguos utilizaban esta anécdota para explicar el origen de la variedad de lenguas que se hablan en el mundo.

Algo parecido ocurrió con la llegada del cinema parlante. La industria norteamericana hacía tiempo que se había dado cuenta que el mercado fuera de los Estados Unidos era tan importante o más para la amortización de sus películas. Con el cinema silente era mucho más fácil, porque solo había que añadir las cartelas con #rótulos en el idioma del país donde se iba a exhibir. Pero la llegada del sonoro había impuesto unas nuevas condiciones. No estaba claro que los espectadores de otros países aceptaran las películas americanas habladas en inglés, conocidas como talkies,  frente a las movies, las producciones mudas. El problema de las cartelas, asociado al analfabetismo de la gente se solucionó fácilmente con la presencia de los #explicadores, que puntualmente leían en voz alta lo escrito. Ahora los actores parloteaban continuamente y era del todo imposible el anterior recurso. ¿Qué se podía hacer?

Rótulo de El nacimiento de una nación de David War Griffith (1915)

La industria abordó el problema con más ingenio que practicidad y nacieron las dobles versiones de una misma película en varios idiomas. Claro está, los actores de Hollywood tampoco sabían hablar en todas las lenguas que se necesitaba. Se rodaban dobles triples y hasta cuádruples versiones de una misma película, con los mismos guiones, vestuarios y decorados, aunque con actores de esos países y a cargo de directores de segunda o tercera fila. Por las mañanas se rodaban las películas en inglés y por la tarde o por la noche se grababan estas patética copias. Si al menos se hubieran mantenido los mismos directores…

Recreación de una sesión con explicador

Como se necesitaban tanto actores, como guionistas (para adecuar los diálogos en inglés al nuevo idioma) para realizar este tipo de pachangas, a la industria no se le ocurrió mejor idea que atraer con buenos contratos a todo el que mínimamente supieran de cine. Así, se produjo el éxodo a Hollywood para realizar estas versiones de numerosos artistas. Por poner un ejemplo de uno de los nuestros, Edgar Neville cambió su puesto de diplomático en Washington por una aventura hollywoodiense en donde entabló amistad con el mismísimo Chaplin.

Chaplin disfrazado de Carlitos con Neville en un descanso
Neville interpretando a un policía en Luces de la ciudad (1930)

Pronto vieron los gerifaltes que era una gran inversión que iba a reducir los beneficios, por lo que la Paramount decidió trasladar la producción de estas dobles versiones a las inmediaciones de París, más en concreto a Joinville le Pont. Allí se creó un Hollywood a la medida para tal fin, con el ánimo de abaratar los costes.

Carlos Gardel en 1931 desembarcó en Joinville para interpretar películas

En el caso del español no servía únicamente con poner actores hispanoparlantes, porque también había diferencias idiomáticas entre los distintos hablantes en castellano que se dejaron seducir. Así, los críticos cinematográficos pusieron el grito en el cielo ante la maraña de voces argentinas, españolas, mejicanas, etc., que poblaban estas versiones. No dejaba de ser un grito al infinito para intentar liderar las versiones en castellano en la madre patria, en detrimento de otras nacionalidades que hablaban nuestro diverso idioma.

Eduardo Ugarte, Stan Laure, Oliver Hardy, José Luis López Rubio y Neville en Hollywood
Milfred Harris, Neville, Eduardo Ugarte y Chaplin

Otra curiosidad que puso en evidencia un fraude que se ha descubierto cuando ya no había remedio, fue la contratación (publicitada a bombo y platillo en España) para dirigir la producción de la Metro de las versiones en castellano del afamado autor teatral Gregorio Martínez Soria. Pronto, se vio que no era el hombre idóneo para llevar a buen puerto la empresa, porque ni tan siquiera era el autor de la mayor parte de su obra dramática. Su mujer, María de la O Lejárraga, ha sido considerada al menos coautora de mucha de sus comedias de renombre. En mi humilde opinión, más bien la creadora única porque en la aventura cinematográfica la mujer se quedó en casa y puso de manifiesto su incompetencia artística siendo despedido del puesto con rapidez.

El matrimonio en su casa

Por último, no todo fue malo. La historiografía cinematográfica ha considerado la versión en español del Drácula (1931), de Tod Browning para la Universal como digna de mención, por salirse del modelo. Dirigida por el meritorio George Melford, tiene un metraje superior en 30 minutos sobre el original, la #planificación es muy distinta, y menos la interpretación de Carlos Villarías (que debía parecerse por imperativo del estudio a la del protagonista original, el eterno Bela Lugosi) el resto de actores podían componer sus personajes con libertad. 

Buena prueba de su valor, siempre relativo, es que se trata de una de las pocas versiones en otros idiomas distintos al original que se conservan y que se haya restaurado una de las copias, hace ya de eso algunos años.

Lupita Tovar como Lucy
Luis Villaría como el conde

Al final, primo la rentabilidad al desatino. Las productoras optaron por sustituir a los actores importados por otros actores sin cuerpo, solo con voz, mucho más baratos, los actores de doblaje. Se cerró, de esta forma, el capítulo de las dobles versiones de los talkies, que han quedado como una nota al pie de esta Historia del Cine. Así, la exhibición de las películas en países de habla distinta se fio al estudio de doblaje o al del subtítulos. Pero, eso es otra historia que tendrá que contar... Aitor Hernández.

Equipo pesado para registrar sonido

 

NOTA DEL AUTOR: ALGUNA DE LAS LAS FOTOGRAFÍAS Y VÍDEOS ESTÁN EXTRAÍDAS DE INTERNET SIN ÁNIMO DE COMERCIAR CON ELLAS. GRACIAS DE ANTEMANO POR LA AYUDA DESINTERESADA.

 

En sucesivas entregas haré un recorrido lúdico, aunque exhaustivo sobre la HISTORIA DEL CINE con mayúscula. En un principio, va dirigido especialmente al público más joven, pero luego no excluir a nadie, como reza el título general. Por lo que cualquiera puede leerlo con el ánimo de aprender cosas en esta apasionante historia que todavía no tiene final y que nunca te las habían contado de esta manera.

En este BLOG no va a seguir un orden cronológico, sino que se irán desgranando los capítulos de forma aleatoria, ateniendo a mis gustos personales y a las anécdotas que vayan surgiendo. Más adelante, si es menester toda la obra se puede editar en libro siguiendo los cánones cronológicos al uso.

No te pierdas esta increíble aventura, que será el comienzo de una larga amistad…


Próximas entregas:
  • De analógico a digital
  • Una de miedo: los géneros cinematográficos (2/5) 
  • Carlitos se hace mayor (4/4)
  • El marxismo según los Hermanos Marx (2/3)

#términoscine
 
#rótulos son los pegotes que se ponían en las películas mudas para insertar por escrito consignas a modo de narrador o diálogos de personajes. Es anticinematográfico porque entrecorta la acción y muestra la inseguridad a la hora de narrar solo con imágenes.
 
#explicadores era la ingeniosa solución que se empleó en el cine mudo ante el analfabetismo de los espectadores a la hora de leer las cartelas de los rótulos. un menda con mucha labia se ponía a explicar lo que aparecía en pantalla.
 
#planificación es el diseño de producción que se encarga desde el guión de tener previstos todos los planos y encuadres que se van a emplear en todas las escenas de la película. Depende de la planificación del punto de vista o la intención del director a la hora de narrar en imágenes.
#

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario