domingo, 11 de abril de 2021

ESPECIAL "90 ANIVERSARIO DE LA II REPÚBLICA ESPAÑOLA" - EL CINE LE DA LA ESPALDA

ESPERANZA Y DESILUSIÓN

POR EL ADVENIMIENTO

REPUBLICANO

Este artículo forma parte de mi Tesis Doctoral: 

EL CINE DE LA II.ª REPÚBLICA Y SU PRENSA ESPECIALIZADA

 


     

            Tras largos años de Dictadura, la década de los años treinta se abrirá con la pacífica dimisión del general Miguel Primo de Rivera el 28 de enero, quien será sucedido por un fugaz Dámaso Berenguer y su "Dictablanda", que haría lo propio un 14 de febrero de 1931. Por lo que todo ello, unido a las dificultades de la monarquía para encontrar un gobierno estable, propició el notabilísimo avance republicano, producido sobretodo en las ciudades, en las elecciones municipales del domingo 12 de abril, que condicionó la huida del país de la familia real y la consiguiente proclamación de la Segunda República el 14 de abril de 1931 y de un posterior gobierno provisional de Niceto Alcalá Zamora. En un principio, la República contó con un amplio apoyo público entre la clase media urbana[1], los regionalistas y los socialistas, con la neutralidad de muchos católicos y anarquistas, y con la benevolencia de los países de su entorno; pero "la niña bonita" no podrá mantener por mucho tiempo -ni un mes tan siquiera- las expectativas políticas y sociales depositadas en ella y ni mucho menos alcanzarse la tan deseada República de los Trabajadores. Debido sobretodo a las peculiares circunstancias del periodo en que le había tocado nacer, que en el ámbito internacional estaba marcado por la crisis económica heredada del crack del '29 y por un cierto temor a la expansión bolchevique, y que en el nacional agravaría su laicismo declarado, la denegación por bancos extranjeros de créditos ya concedidos a la monarquía, el paro incrementado por la vuelta de los trabajadores emigrados al extranjero, el ataque anarquista generalizado en todas las ciudades a una Compañía Telefónica dominada por los americanos y las reformas emprendidas, con la agraria al frente.

Niceto Alcalá Zamora

            Del mismo modo, el mundillo cinematográfico nacional tampoco podrá ver cumplidas las esperanzas depositadas en la República nada más nacer. El rápido discurrir de los acontecimientos pudo pillar por sorpresa a la prensa cinematográfica, que demostró un lento tiempo de reacción y habría de tardar nueve días en publicar en dos semanarios las primeras referencias ante la nueva situación política, cuando se podían haber hecho siete días antes; no obstante, no se les puede culpar de no reaccionar a tan sólo dos días del azaroso advenimiento de la República, y que esperasen una semana más para comprobar su estabilidad antes de depositar públicamente su apoyo o sus esperanzas en el nuevo regimen. Por consiguiente, cada revista cinematográfica que expresaba su adhesión republicana lo haría incondicionalmente, pero resaltándolo desde un punto de vista peculiar y distinto al resto. 

Portada. Publicada semanalmente en 1927 y 1937

           De este modo, la redacción de Popular Film optará solamente por publicar el 23 de abril una breve nota dirigida a sus lectores, en la que se creía en el deber de "saludar con regocijo a la Segunda República Española", porque, en su opinión, era "de esperar, que dentro de este regimen, será permitida la proyección de films de avanzada, películas soviéticas, que están prohibidas por los censores y mentores de la caída monarquía", porque en definitiva "al cine también han de alcanzar los beneficios del regimen democrático"[2]

Mateo Santos

    Por lo tanto y en consonancia con el anarquismo de su director literario, Mateo Santos, Popular Film depositaba toda su confianza en que la República propiciaría una liberalización de la exhibición, cuando hasta esa fecha la monarquía había estado coartando en grado sumo la entrada de un cine soviético tachado en todo momento de revolucionario.

Portada. Publicada entre 1912 y 1935

        Por su parte y ese mismo día, la redacción de El Cine dedicará todo un editorial a congratularse de la consecución del nuevo regimen, pero pidiendo que se extendiera la libertad conseguida al cine, en general, y al Congreso Hispanoamericano de Cinematografía, en particular. Tras una primera sentencia bíblica: "...y Esaú vendió la primogenitura por un plato de lentejas", se alegraba del "milagro" obrado por la República al purificar "el aire impregnado de rumores" y de que hubiera empezado "su obra de reconstrucción" al anunciarse "la desaparición de abusos y coacciones; supresión de Monopolios y una porción de calamidades consentidas con el regimen monárquico que ya no nos azotarán". Asimismo, esta obra sería extensible a los cinematografistas, porque "sus derechos serán respetados y los abusos de los poderosos no podrán hacer mella a los humildes", pero siempre y cuando el cambio se efectuase también en el seno de un Congreso Hispanoamericano de Cinematografía en el que se habría de modificar el reparto de unos puestos que "han de ofrecerse a los que representan una fuerza, un valor y en grado sumo a los empresarios que representan la mayor inversión de capital", porque éstos tenían que laborar en un Congreso en el que "únicamente con el estudio y comprensión de los problemas que empequeñecen el cinema español se puede hacer una obra grande, obra digna de la República Española"[3], con la esperanza de que no ocurriese lo mismo que se apuntaba de la Biblia. De este modo, la buena influencia republicana en materia cinematográfica para El Cine tenía que incidir inmediatamente en la transparencia de un Congreso que, por aquellas fechas, estaba en un periodo de sesiones preliminares.

Revista decana publicada entre 1910 y 1936

            Un tercer y último posicionamiento[4] será el que Arte y Cinematografía en su número de abril (que al contrario de lo que ocurre hoy en día era puesto a la venta a final de mes) dejará en manos de uno de sus colaboradores, Francisco-Mario Bistagne, la composición, bajo el título de Águila caudal, de una encendida laudatoria al advenimiento republicano dividida en siete estrofas. En la primera se alegraba de que hubieran echado el vuelo las campanas festejando jubilosas el triunfo del pueblo en "la radiante fecha del 14 de abril", para que en el firmamento luciera el sol de la justicia y se llenase el espacio del clamor de un viva a la libertad, que habría de complementarse en la segunda estrofa con otros tres a la República, a la Democracia y al águila caudal del título que él equiparaba con el pensamiento, para que "¡vuelen al cielo, que bendice toda causa noble, las plumas geniales que, cual el arado en manos de buen labriego, han de trazar los nuevos surcos de la bienaventuranza!".

Francisco Mario Bistagne

            Si en la tercera estrofa Bistagne equiparaba la opresión española a la rusa, haciendo una primera referencia al Potemkin (Bronenosets Potyomkin, El acorazado Potemkin, Sergei Mihailowich Eisenstein, 1925), en la cuarta denunciará al odioso "poder que se impone por el terror" y apelará a "que nada se oponga a nuestra conciencia", mientras que en la quinta abogará por que no se luchara para uno mismo, sino por y para sus hijos; para que, en la sexta, se extendiese la lucha no al hoy más inmediato sino a un mañana en el que "la siembra de hogaño dará opimo fruto en el porvenir. Nuestros infantes segarán la mies dorada de la fraternidad." En la última estrofa, Bistagne hacía una segunda referencia a El crucero Potemkin, junto a otra de El Expreso Azul  (Goluboj ekspres, Ilya Trauberg, 1929), para expresar la importancia que para la lucha representaba un cine como el soviético, que había "venido a darnos lecciones de amor al débil, despertándonos de nuestra pasividad, y, cuanto más se nos negaban tus enseñanzas, más anhelábamos aprenderlas".

Serguei Mihailovich EISENSTEIN

El acorazado Potemkim (1925)

            Por lo tanto, pedirá este cine rebelde al que equipaba con la verdad, en la creencia de que era "una absurda leyenda suponer que las producciones en que la libertad derrama sangre por sus fueros arman los brazos y provocan desmanes", sino todo lo contrario, porque "el ejemplo de la tiranía arma nuestro espíritu y nuestro corazón para hacer, en la paz, labor de Humanidad"[5]. Para Bistagne y por extensión para Arte y Cinematografía, la República deberá contribuir a que las águilas del pensamiento puedan volar en libertad, por lo que -en consonancia con Popular Film- serán necesarias las enseñanzas del cine soviético sin recurrir a las débiles excusa de los desórdenes públicos.

Ilya Trauberg
El expreso azul (1929)

            En líneas generales, si la prensa cinematográfica aceptó de buen grado el advenimiento de la Segunda República, en la esperanza de que ésta pudiera llegar a solucionar problemas como los descritos en los tres ejemplos anteriores, y de que pudiera contribuir en la definitiva implantación de la infraestructura mínima para acometer la producción nacional, esta aceptación del gremio periodístico, empero, no podía ser trasladada a otras esferas cinematográficas, como el capital, que se hallaban en gran parte bajo el control de la derecha monárquica, que veían la oportunidad de que fuera el nuevo gobierno quien les pusiera en bandeja de plata esa infraestructura cinematográfica por medio de la implantación de impuestos, de la proyección de monopolios, de la promulgación de leyes proteccionistas o, hasta incluso, de una financiación directa. Sin embargo, el que los sucesivos gabinetes republicanos no se dejaran seducir por las exigencias del gremio, hizo crecer en éstos la impresión de que el interés de la República por el cinematógrafo no era el más adecuado, cuando en realidad ya eran bastantes los problemas políticos, económicos y sociales que tenía que soportar sobre sus espaldas la República como para preocuparse de una industria que, si se abordaba con una mínima racionalidad, debería de sostenerse por sí misma.

            Por esto, no es de extrañar que el primer y único intento de cine comprometido políticamente con la República se hiciese al margen de ésta con la filmación de Fermín Galán[6], una película en la que se relataba la sublevación de Jaca, capitaneada por el propio Fermín Galán y por Ángel García Hernández en diciembre de 1930, y que había sido elevada a la categoría de gesta al considerarla como premonitoria de la República. El que se produjese esta película de Fernando Roldán a los pocos meses de experimentada la vida republicana y el que España careciese de las más mínimas condiciones para que se desarrollase en ella un trabajo cinematográfico digno, tuvo que ser rodada en formato de imagen muda sobre guión del poeta Enrique López Alarcón y sincronizada en los estudios Tobis de Espinay; no pueden ocultar que el intento no pasó de ser el oportunista film que se aprovechaba de la ocasión para sacar rentabilidad a unos hechos todavía muy recientes en la memoria de un público y que, además, habían sido precursores de un cambio político, como así se lo reprochara la redacción de El Cine meses antes de su estreno:

            "Nosotros a fuer de españoles y a fuer de sinceros, no podemos ocultar nuestra protesta. No es el momento de mercantilizar con las víctimas de Jaca, ni el momento de reconstruir una epopeya cuya filmación requiere lo que todavía no hay en España.

            "Las figuras gloriosas de Galán y de Hernández, palpitan aun en nuestros corazones para que nos resistamos a verlas revivir en tal o cual actor del cinema. El intento es de mal gusto, sólo concebible en un espíritu avariento de mercader. No blasonen de patriotismo los promotores de tal empresa; patriotismo de ese jaez es, bastardo, groseramente bastardo. Con la sangre de los héroes no se puede comerciar. Y, la tierra española todavía está húmeda de la sangre vertida por los héroes de Jaca".

            Ignorando la postura del gobierno ante la película, El Cine se oponía a su filmación para no hacer el ridículo en el extranjero, y era de la opinión de que si verdaderamente se quería hacer un cine que exaltase la República, por otra parte necesario, recomendaba volver la vista a Rusia para encontrar la pauta a seguir; por lo que combatiendo el propósito y la idea de sus promotores les suplicaba por último: "Por decoro artístico; por respeto a las familias de los que sucumbieron en aras de un ideal; por instinto de buen gusto; por elevación intelectual; por patriotismo; por amor a esta República, conquistada de manera tan digna, tan gloriosamente digna, nos permitimos aconsejar a los editores del aludido film, que desistan de su empresa"[7].

            No sólo no se hizo caso de esta recomendación de El Cine, sino que, además, se aprovechó publicitariamente el estreno de la película haciéndolo coincidir con el primer aniversario de los acontecimientos el doce de diciembre. A pesar de ello, todas las maniobras que se intentaron no surtieron el efecto esperado y la película pasó con más pena que gloria por las pantallas cinematográficas republicanas. Sin llegar a saberse en qué medida su fracaso podía ser achacable a una hipotética falta de entusiasmo republicano en el público o a una más que probable ausencia de pericia en sus autores, el primero, empero, fue más listo que el segundo, y le dio la espalda al producto que se le mostraba cayéndose prontamente de la cartelera; e, incluso, parece ser que la historiografía cinematográfica española también le ha querido pasar factura a posteriori al film de Roldán ya que actualmente está desaparecido.

            Ante la creciente preocupación por otros problemas que atañían mucho más a su supervivencia, muy pronto la República no pudo evitar la progresiva desilusión que en materia cinematográfica cundía tanto entre sus partidarios como entre sus detractores, los primeros descontentos porque no se llevó a cabo hasta sus máximos extremos la liberalización de la exhibición, ya que todavía actuaba la censura y se prohibían films soviéticos; mientras que los segundos desazonados porque no pudieron arrancar de ella las prebendas y subvenciones pretendidas y, por el contrario, se incrementaban los impuestos a satisfacer por esta industria. Aún con ser de imposible cumplimiento el satisfacer a los dos bandos, la República no se preocupó ni tan siquiera en conformar a uno de ellos, sino que intentó mantenerse en el justo medio aristotélico que, por otra parte, favorecería mucho más a la facción que era la depositaria del capital, porque ésta pudo conseguir -aunque a duras penas- la creación de esa infraestructura que utilizaría para conformar una cinematografía supercomercial sólo preocupada en el rendimiento.

Alegoría de la II República española

            Por lo tanto, la industria nacional controlada por la derecha no se sentía deudora en demasía con los sucesivos gobiernos republicanos (incluidos los de la CEDA), lo que explicaría la escasez de un cine español de propaganda, que se reducía a la película citada (aunque fuera poco lo que tenía de propaganda y mucho de oportunismo) y a la inexistencia de uno de carácter específicamente social, que solamente se intentó reflejar colateralmente en algún film aislado. La desidia cinematográfica de los máximos responsables republicanos se tradujo en esta política de parches que tampoco satisfizo a sus partidarios, que poco a poco irán engrosando la lista de los escépticos en materia cinematográfica, quejándose de las oportunidades desaprovechadas para hacer una producción que intentase imitar los métodos de producción soviéticos o que pudiese abordar los temas sociales que en el ámbito político se iban planteando en un intenso quehacer diario de la República y no las insípidas obras que continuamente se asomaban a las carteleras de los cines.

 

Calahorra (La Rioja) se echó a la calle a celebrar la República © Diario La Rioja

NOTA DEL AUTOR: ALGUNA DE LAS LAS FOTOGRAFÍAS Y VÍDEOS ESTÁN EXTRAÍDAS DE INTERNET SIN ÁNIMO DE COMERCIAR CON ELLAS. GRACIAS DE ANTEMANO POR LA AYUDA DESINTERESADA. EL RESTO SON PROPIEDAD DEL AUTOR.


¡Salud y República!



[1].- La mayor parte de estos datos están entresacados de Jackson (1980).

 

[2].- "Lector", VI-245.

 

[3].- 23 de abril de 1931, p. 2. Ver Apéndice sobre Dobles versiones.

 

[4].- De las cuatro grandes revistas cinematográficas que se publicaban el 14 de abril de 1931 sólo Films Selectos no manifestará su opinión, ni favorable ni en contra, sobre la República.

 

[5].- XXII-36, abril de 1931. Ver Apéndice.

 

[6].- Fernández Cuenca (1972), pp. 62-63, recogerá anecdóticamente un segundo intento fallido: "El poeta Andrés Carranque de Ríos, que había intervenido como actor nada desdeñable en varias películas y que despuntó con personalidad extraordinaria en la novela, mereciendo grandes elogios de don Pío Baroja -que prologó uno de sus libros- compuso un buen guión cinematográfico con el título de Abril, que era una crónica entre real e imaginaria de la proclamación de la República española con evidente influencia de Octubre [Ocktiabr, 1927], de Eisenstein. Hombre bastante conocido en algunos sectores de izquierdas, buscó la ayuda de personajes influyentes para conseguir la financiación del proyecto; habló con las figuras más destacadas del regimen recién implantado, visitó a todos los productores que a la sazón parecían dispuestos a hacer mucho. Pero ni a los productores les interesó un tema político ni a los personajes de la situación les pareció oportuno lanzarse a una aventura en el cine. Y la película no llegó a hacerse".

 

[7].- "Editorial", 2 de julio de 1931, p. 2.

 

 



2 comentarios:

  1. Muy buen artículo. Bien redactado, documentado e ilustrativo. Gracias

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    1. Forma parte de una tesis de hace 25 años, fue un trabajo muy arduo que luego publiqué en el libro "Testimonios en Huecograbado" en la Filmoteca Valenciana.
      Gracias por leerme, el conocimiento hay que propagarlo.

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