jueves, 9 de mayo de 2013

Literatura Infantil y Juvenil: Las mil y un noches



Hace ya varios años que un grupo de padres del A.M.P.A. del Colegio Vicente Ochoa nos reunimos para hablar de Literatura Infantil y Juvenil en el Café con cuentos, fruto de la última reunión nació este texto que, partiendo de Las mil y una noches hago u repaso de los distintos marcos narrativos que se han creado para recopilar una serie de cuentos populares. Otro día haré un repaso de nuestro club de lectura. 



E.P.unos

En la Edad Media proliferaron colecciones de libros que reunían una serie de cuentos recopilados para ser utilizados por los clérigos en los sermones a modo de ejemplo a seguir por los fieles. De esta forma, surgieron los denominados Libros de los ejemplos, verdaderas antologías de cuentos que se constituyeron en un nuevo género.




Las primeras recopilaciones eran libros escritos en latín por clérigos dirigidas a otros clérigos para su utilización en los sermones Por ejemplo, se conserva la obra de comienzos del siglo XII escrita por Pero Alfonso de Huesca titulado Disciplina clericalis, que pudo introducir la cuentística oriental en el occidente cristiano.
El siguiente paso son las antologías escritas por clérigos destinadas a seglares. Dentro de estas obras está el Libro de los Enxiemplos.

En el primer tercio del siglo XIV, Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita utiliza por vez primera los cuentos como ejemplos separados del ámbito eclesiástico, en donde prima el componente lúdico. En su Libro de Buen Amor incorpora una serie de fábulas, escritas ya en romance, copiadas de la tradición clásica de Fedro y Esopo, como una enseñanza hacia el hombre relacionada con los peligrosos asuntos amorosos que te alejan de la senda del Buen Amor, el de Dios.


Por último, en el último tercio de dicho siglo el libro será escrito por un seglar, el infante don Juan Manuel, y sus receptores serán otros seglares. En El conde Lucanor los cuentos escritos por un noble tienen como misión servir a otros nobles para desenvolverse en las cuitas de la  vida diaria.



La estructura de este tipo de obras siempre es la misma: la historia principal, que se denomina pretexto (según Alain Deyermond en su Historia de la Literatura Medieval, Ariel), sirve de marco narrativo en donde se engarzarán los distintos cuentos narrados por uno o varios de los protagonistas de la principal.


La cuentística medieval trabaja con tres marcos narrativos, dos de origen oriental y un tercer marco de raigambre europeo:

  • La de tradición europea el modelo es el del Decamerón del italiano Giovanni Boccaccio en 1351, que consiste en entretener una espera tediosa. “El argumento de la obra comienza con una descripción de la peste bubónica (la epidemia de peste negra que golpeó a Florencia en 1348), lo que da motivo a que un grupo de diez jóvenes, siete mujeres y tres hombres que huyen de la plaga, se refugien en una villa en las afueras de Florencia.


Con el fin de entretenerse, cada miembro del grupo cuenta una historia hasta un total de cien por cada una de las diez noches que pasan en la villa, lo que da nombre en griego al libro: δέκα déka 'diez' y ἡμέραι hēmérai 'días'. Además, cada uno de los diez personajes se nombra jefe del grupo cada uno de los diez días alternadamente. Cada día, a excepción del primero y noveno en que los cuentos son de tema libre, uno de los jóvenes es nombrado «rey» y decide el tema sobre el que versarán los cuentos.”
Otro ejemplo de este modelo son los Cuentos de Canterbury, escritos por Geoffrey Chaucer a partir de 1380. “Los cuentos, escritos en inglés medio (algunos de ellos originales, otros no, dos escritos en prosa, y el resto en verso), están contenidos en una narrativa mayor y son contados por un grupo de peregrinos que viajan desde Southwark a Canterbury para visitar el templo de Santo Thomas Becket, en la Catedral de Canterbury”.

(Los fragmentos en cursiva están sacados de la Wikipedia.)



  • El segundo marco narrativo y primero de origen oriental se basa en las sucesivas preguntas de un discípulo para que un maestro le solucione algún problema personal. El primer modelo que llegó al Medievo español fue un libro titulado Calila e Dimna, que al parecer lo mandó traducir al castellano en 1251 Alfonso X, el Sabio, cuando todavía era infante candidato a suceder a su padre Fernando III, el Santo.
Su materia narrativa procede de la literatura oriental, pues traduce fielmente el texto árabe del Kalila wa-Dimna (كليلة ودمنة), que a su vez es la traducción que el iraní Ibn Al-Muqaffa hizo al árabe del texto en el siglo VIII (de donde se difundió por toda Europa), y éste por su parte procede del Panchatantra hindú (hacia el año 300 d. C.) En el año 570 fue traducida al pahlavi (o persa literario) y pocos años más tarde al sirio.

Conecta con los manuales sapienciales de educación de príncipes mediante el motivo oriental de las preguntas y respuestas entre el rey y un filósofo, que da paso a cuentos ejemplarizantes o exempla contados y protagonizados por animales: un buey, un león y dos zorros/lobos llamados «Calila» y «Dimna», que son quienes cuentan un mayor número de cuentos, en muchas ocasiones imbricados unos en otros en la llamada «estructura de muñecas rusas» (o de relatos enmarcados).

(Los fragmentos en cursiva están sacados de la Wikipedia.)

En la península ibérica este modelo se traduce en la obra ya citada del infante Don Juan Manuel El conde Lucanor. Sobrino de Alfonso X, el Sabio y personaje de gran influencia política en su época que le llevó incluso a guerrear contra el rey del momento. Aún con todo, don Juan Manuel dedicada parte de su tiempo a la literatura con un afán didáctico para enseñar a otros nobles sus saberes. Lo podemos considerar como el primer autor que se considera a sí mismo autor de sus obras y las cuidará celosamente para que nadie las pueda manipular, con tan mala suerte que se quemarán gran arte de ellas por un incendio en el castillo de Peñafiel donde las custodiaba tan celosamente.


El marco se reproduce invariablemente a lo largo de los 51 ejemplos de los que se compone la primera parte del libro. El conde Lucanor se encuentra con un sabio criado suyo ya mayor, que había sido su ayo y maestro, y le confía un problema que tiene derivado de sus cargas como noble. Patronio le dice que conoce una historia que está relacionada con dicho asunto y se la cuenta. Después de terminar el relato le dice lo que en su opinión el conde debería hacer con su problema. Éste sigue al pie de la letra los consejos de su criado y le va bien. En última instancia el conde Lucanor que no se sabe cómo, pero lo ha escuchado todo, lo manda poner por escrito y compone un pareado en el que se encierra la enseñanza o moraleja de lo relatado.
  • Por último y también de origen oriental, está el marco narrativo en que los cuentos se utilizan para dilatar una condena a muerte. En ese marco se incorporan los cuentos que se compilan en una obra medieval, el Sendebar o El libro de los engaños e los asayamientos de las mujeres. Por el título este libro como muchos de origen oriental se relacionan entre sí con relatos misóginos muy del gusto en el Medievo. Parece ser que ese libro lo mandó traducir don Fabrique, hermano de Alfonso X en 1253 y da la casualidad de que esta versión castellana es la más antigua que se conserva, porque no se ha encontrado ninguna en su idioma original anterior a ésta. 
Su argumento se asienta es la leyenda del rey de Judea, quien no podía tener hijos. Al final una de sus esposas logró dar a luz al príncipe Alcos. Cuando este creció sano y fuerte, la favorita en aquel momento de su padre le quiso seducir proponiéndole matar a su padre para reinar ellos dos. El joven rehusó la invitación y la pérfida mujer denunció ante su padre, el rey, una falsa violación por lo que fue condenado a muerte. Aconsejado por el mayor sabio de su tiempo, Çendubet, no pronunció ninguna palabra en su defensa por lo que su ejecución, mandada por su padre era inmediata. Para evitarla, siete sabios se encargan de contarle al rey una serie de cuentos en los que la mujer protagonista es el origen de todos los males para los hombres que la rodean, al mismo tiempo que la mujer cuenta otros para condenar al muchacho. Hasta que al final el infante retoma la palabra y con sus cuentos consigue redimirse y que su madrastra acabe quemada en una caldera en seco.

Pero el más famoso que sigue este pretexto serán Las mil y una noches, con una vida editorial llena de percances. En un principio, las historias de origen persa y otras de diferentes fuentes que se presentaban individualizadas fueron compiladas y traducidas en el siglo IX al árabe por Abu abd-Allah Muhammed el-Gahshigar. La paradoja está en que la historia que le sirve de marco parece haber sido agregada en el siglo XIV. La base de su éxito radica en la popularidad que tuvo en el siglo XIX, que no sólo reinventó un género sino que potenció un interés por lo oriental que se plasmo en la sociedad y en la literatura como las corrientes parnasiana o modernista.


La historia marco cuenta la historia del Sultán de Persia, Schariar, que tuvo una mala experiencia por el adulterio de su primera mujer, a la que mandó matar, tras pillarla folgando con un criado negro. Esta mala experiencia le llevó a la feliz ocurrencia de para evitar esa actitud de sus posteriores esposas, mandarlas matar tras la noche de bodas. De este modo, la desesperación cundió en todo el reino, en el Visir, quien tenía que concertarle cada día un casamiento entre las hijas de sus cortesanos, y hasta en el verdugo, que no tenía ningún día de descanso. Todo esto lo cortará la propia hija del Visir, Sherezade, al ofrecerse como víctima propiciatoria, pero con un plan para evitarlo con la complicidad de su hermana Dinarzada. El remedio incluía al principio una de las armas sempiternas de las mujeres, las lágrimas; lloraba porque no iba a poder despedirse de ella. El rey le da permiso para que Dinarzada les visitara y ésta le pidió a su hermana que le contase una de las múltiples historias que conocía. Así, comienza una interminable serie de noches en las que las historias, no concluidas por la llegada de la luz del día, se suceden hasta que el Sultán embrujado por la sabiduría de su mujer decide perdonarla porque ya no espera de ella ningún tipo de traición.

A esta historia marco se le añaden mil y una historias (el número es aproximado porque 1000 es una cifra que representa la infinidad conceptual entre los grupos matemáticos árabes), unas imbricadas en otras, no siempre el narrador es la propia Sherezade, sino que a modo de muñecas rusas, unas dentro de otras, se entrelaza una maraña de historia de diferente pelaje.

Hoy en día, la obra en su conjunto ha pasado al acerbo de la cuentística mundial, aunque pocos la hayan leído en su versión completa. Serán personajes desgajados de ésta quienes tendrán mayor salud literaria, teatral y cinematográfica. A quién no le suenan esos nombres: Aladino y su lámpara refrotada; Simbad, que siempre está en la mar o Alí Babá y cuarenta ladrones malísimos. Pero no tienen ni idea de quién pudo ser el comerciante Alí Jocha, que escondió su fortuna en una barril de aceitunas y se lo dejó como custodia a un amigo; o el avariento Abukassén, que purgó su miseria por una babuchas a las que no perdió de vista hasta que estar sumido en la pobreza. Lo curioso es que en este mundo, todo tiene su trampa, ya que ni Aladino, ni Alí Babá son personajes originales, sino que se incorporaron en el siglo XVIII por el cuentista (nunca mejor dicho) francés  Antoine Galland.



 






¡Que aproveche! Un cordial saludo. 
Aitor Hernández Eguíluz 

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1 comentario:

  1. !Cómo me ha gustado está entrada¡
    Y por poco me la pierdo. Como no pude asistir a "Café con cuentos" el día que hablaste sobre las 1000 y una noche, ha sido estupendo leerte. Prometo pasarme más a menudo para ver si has actualizado.

    Rita.

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