jueves, 3 de enero de 2013

Títulos en la memoria: El Ladrón de Bagdag, Raoul Walhs, 1924

El Ladrón de Bagdag

Raoul Walhs, 1924

Preferencias cinematográficas

Ante la pregunta: ¿qué tipo de cine prefieres y por qué? Yo mantengo que no tengo predilección por ningún tipo, sino que yo opto siempre por las obras maestras, entre las que incluyo siempre esta joya muda, clásico entre los clásicos.


      En principio mantengo una postura ecléctica. A mi primer interés de niño por el cine del oeste, los policiacos y de aventuras, en general; se ha ido sumando un gusto nacido en un cineclub de mi localidad por todo tipo de cine, según en qué momento te encuentres. Esta cinefilia me hace degustar con la misma ansia el cine de autor, el cine experimental, el musical, o incluso la moda de los cómics de superhéroes que hoy tanto proliferan. 



       No obstante, el cine que más me gusta hoy por hoy es el cine japonés y el cine mudo. En definitiva, como ocurre en Literatura (campo en el que yo imparto clases), los géneros hay que tenerlos en cuenta como un apoyo o guía a la hora del estudio de las obras, en este caso películas; nunca como un fin en sí mismo, porque hay que hablar de películas buenas o malas. Yo soy de la corriente de las obras maestras, no del fanatismo por un determinado tipo de películas.

 


      Una película que dejó honda huella en mi ánimo

cuando la vi por primera vez fue El ladrón  de Bagdad (The Thief of Bagdad). Me refiero a la producción muda de 1924 dirigida por Raoul Walsh, debido a la naturalidad, mezcla de ballet y acrobacia, que muestra a su protagonista, Douglas Fairbanks. Todo ello rodeado por la grandiosidad de los decorados diseñados por William Cameron Menzies (también director artístico de

la versión de 1940 de Korda) y el elegante vestuario del posterior director Mitchell Leisen, en una Bagdad de ensueño y opereta.
     A pesar de su origen literario, la libertad con que los estudios utilizaban el material literario (todo lo contrario al naturalismo de los novelistas del XIX) nos pone delante de los ojos un espectáculo visual magnífico, un banquete para

nuestros sentidos, sobre todo en mi secuencia preferida de

la película (véase su desarrollo en los fotogramas al margen), cuando el ladrón regresa de su viaje con los

poderes mágicos y saca de la nada un ejército de clones (que ríase el Lucas de principios de este milenio) a galope

de caballo y propiciará el feliz desenlace final. Todo ello dentro de una película muda, en la que no se echa en falta el

sonido, en la que no hay ningún trucaje digital y todos son fotográficos, en la que el protagonismo absoluto en la cinta de Fairbanks es más un acierto que un demérito, en la que la

mano del director no se nota…
  En definitiva, esta película pone de relieve la

transformación total del protagonista, que de un individualista nato, que no tiene respeto por la propiedad privada, ni por

las personas, pasa, gracias al amor a ser la esperanza de toda una ciudad. Un valor del que hoy en día casi carecemos.












































 





















































Las fotografías pertenecen a mi archivo personal y están a disposición de cualquiera que las quiera utilizar sin ánimo de lucro e indicando su procedencia.

¡Que aproveche! Un cordial saludo. 
Aitor Hernández Eguíluz 

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2 comentarios:

  1. Como siempre es un gustazo leer el blog, aprendo mucho, sobre todo otro tipo de cine. Me gusta mucho el cine Europeo y el cine de autor, el buen cine sea de donde sea.Cine mudo creo que lo único que he visto ha sido The artist y me gusto mucho.
    El otro día vimos una pelicula europea que nos gusto mucho "Un mundo mejor" es Sueca, y se llevo Oscar a la mejor peli de habla no inglesa en 2011. Te la recomiendo.
    Hablamos.
    Rita.

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  2. También yo he disfrutado con tus aportes al mundo del cine.
    Continuaremos leyéndote.

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