sábado, 29 de septiembre de 2012

DÉJÀ VU: ¿Quién fue... JUAN PIQUERAS?


En esta sección iré desgranando los artículos ya publicados en el pasado en diferentes publicaciones, difíciles de localizar y de recuperar por tratarse en muchos casos de revistas que ya nos han dejado. 
En esta ocasión, en diciembre de 2003 comencé en la revista El Cinéfilo una serie de reseñas bibliográficas de personajes relacionados con el cine durante la II República. Por eso, encabezo el texto con una justificación de la sección.
 Lamentablemente la serie se quedó al final en esta única entrega, que intentaré continuar en este blog de forma más modesta. Como somo víctimas de nuestras pasiones, la serie comenzó con la persona que más admiro en el mundo cinematográfico, una persona que se hizo a sí mismo y que tuvo mala suerte en su muerte: el crítico cinematográfico valenciano Juan Piqueras.


Defensor de causas imposibles


Nombres rescatados de la historia del cine español


¿Quién fue... JUAN PIQUERAS?


            Esta sección quiere constituirse en un sencillo homenaje a todas aquellas personas que nos precedieron en su amor incondicional por el cine  durante sus primeros cien años, y que hoy en día están un tanto olvidadas por nuestro acervo cinematográfico, a no ser por algunos historiadores que se ocupan de seguir sus cada vez más efímeras huellas. Se trata pues de hacer un breve recordatorio de la trayectoria de una serie de críticos, productores, directores, actores, etc. desaparecidos hace ya tiempo, pero que conformaron el cine español tal y como hoy  lo conocemos. Predecesores nuestros que pusieron desde el primer momento toda su alma en lo que hacían para ensanchar el conocimiento común sobre la cosa esta del cine en nuestra vieja piel de toro. De todos ellos, quizás el más entusiasta fuera el que abre esta sección: el crítico cinematográfico Juan Piqueras.



Valenciano por nacimiento, pero hombre cinematográfico de talla universal por vocación, Juan Piqueras vino al mundo en Requena el 24 de noviembre de 1904 en el seno de una humilde familia de jornaleros. La vida de Juan Piqueras es el relato de una ascensión constante. Desde las estrechuras dentro de una familia jornalera, que a duras penas le permite ir a la escuela cinco años en la aldea de Campo de Arcis y después a la nocturna Escuela de Artes, hasta un puesto de aprendiz de un comercio de ultramarinos en su Requena natal con 13 años. Desde unos primeros versos publicados en La voz de Requena a los 15 años, hasta la confección a mano dos años más tarde con unos amigos en Valencia del semanario literario Luz y vida. Desde la fundación el 19 de septiembre de 1925 del primer número de la efímera Vida Cinematográfica de tan sólo dos números, pasando por su puesto de redactor de cine en La semana Gráfica, hasta la creación al año siguiente, con capital de un tío suyo, de la revista La vida artística dedicada “al cine, espectáculos, literatura y deportes.” Desde una efímera estancia en Barcelona de dos semanas a finales de 1928, en donde consigue la corresponsalía de Popular Films, hasta su integración en el mundillo cinematográfico madrileño alrededor de La Gaceta Literaria. Desde su marcha a París en mayo de 1930 como representante de la marca Filmófono, hasta su definitiva consagración cinegráfica y estabilidad económica en la capital francesa, que desembocará en junio de 1932 en su mayor creación: la revista Nuestro Cinema.
Sustituye a Buñuel a cargo de la sección cinematográfica.
          Esta es a grandes rasgos el resumen de la vertiginosa ascensión de un hombre consagrado por entero al cine, cuya vida fue segada trágicamente los primeros días de la Guerra Civil, cuando no contaba ni con 32 años. No se sabe hasta donde hubiera podido ensanchar su obra en condiciones de normalidad, pero en tan poco espacio supo colmar, dedicándole casi todo su tiempo aun a riesgo de su propia salud, una labor que en su mitad para sí quisieran muchos de longeva vida y que Piqueras desarrolló en la treintena de años que nos toco en suerte que estuviera entre nosotros, en un mundo que él siempre quiso mejorar. Porque este encumbramiento profesional nunca le hizo olvidar sus orígenes humildes y en su labor profesional se fue decantando progresivamente por una tendencia de izquierdas a principios de la década de los años treinta, que acabaría por convertirse en militancia durante la II.ª República en pos de un cine proletario, cuya única expresión posible hasta la fecha era el cine soviético, del que era un fervoroso admirador y partidario.
Piqueras (tercero de pie desde la derecha) de visita en un rodaje.
          Juan Piqueras fue ante todo un incansable periodista cinematográfico, que en Madrid y sus primeros años en París pudo mantener al mismo tiempo tres corresponsalías distintas: Popular Films, La Gaceta Literaria y El Sol; además de escribir en otros cuantos periódicos y revistas nacionales: Mirador, Siluetas, Crónica, La semana gráfica, La pantalla; y algunos internacionales: La revue du cinema, Close up o el Boletín Confidencial de Gaumont Franco Films Aubert. Pero estas numerosas colaboraciones no eran suficientes para su sustento parisino, a no ser porque allí representó los intereses de la distribuidora madrileña Filmófono, para la que seleccionaba y contrataba el material que su propietario, Ricardo Urgoiti, distribuía en su cadena de cines en España. 

La sección cinematográfica de La Gaceta Literaria
           En su labor periodística, Piqueras se mostró siempre incorruptible cuando, por ejemplo, rechazó un suculenta oferta de los estudios de Joinville para acallar su voz crítica contra los talkies en español perpetrados al inicio del sonoro, o cuando abandonó el rodaje de ¡Viva la libertad! (A nous la liberté, 1931), en que participaba en calidad de ayudante de dirección, por discrepancias por el tono humanista y sentimental de la película adoptado por su célebre director René Clair. A todo ello habría que sumarle una característica más de su personalidad, era un polemista incorregible en defensa de su ideología y de su modelo cinematográfico, no importara que se tratase de discrepar con un crítico de orientación política completamente diferente como Fernando Méndez-Leite, o que chocase con el juicio de un redactor de tendencia más próxima como con el anarquista Mateo Santos, sin importarle que fuera el director literario de una revista de la que era corresponsal, Popular Film.
Juan Piqueras en el centro de visita a un rodaje.
            Tras conseguir la anhelada estabilidad económica en París, en junio de 1932 Piqueras fundará una revista propia que, por fin, le permitirá hacer la crítica cinematográfica independiente, de acuerdo con su ideología proletaria, para la consecución de un cinema de carácter social contrapuesto a la vacuidad del comercial. Con este fin, abandona casi por completo su, hasta ese momento, vasta colaboración con otras publicaciones cinegráficas, para concentrar todos sus esfuerzos en la edición, desde su residencia parisina de lo que va a ser el primer número de la revista cinematográfica mensual Nuestro Cinema. Cuadernos Internacionales de Valoración Cinematográfica. Para ello compondrá una curiosa organización en que la redacción se ubicaba en el domicilio del propio Piqueras en París de la Rue Broca, 7, la administración estaba en la calle Manuel Longoria, 3, de Madrid, mientras que la impresión se realizaba en Impresos Costa, calle Asalto, 45, de Barcelona.
La contraportada del número 10 y la portada del 11.
       Los problemas financieros fueron una constante durante las dos etapas de publicación, porque la venta de los ejemplares era insuficiente y la revista se tenía que sufragar con lo que ganaba el propia Piqueras a través de su trabajo para Urgoiti. Si durante el primer año acude fiel a su cita mensual, cuando empieza 1933 la intermitencia se adueña de la publicación, primero con un extraordinario en enero-febrero, segundo con otros dos números bimensuales, para, tras un silencio de dos meses, publicar el último número, de un total de 13 en su primera etapa, en octubre de 1933. Tras una nueva pausa de dos largos años se inicia una segunda en enero de 1935, que tampoco habría de ser muy larga ni fácil por los problemas económicos y de censura. La publicación no pudo salir a la calle con el mismo ímpetu que el demostrado en el segundo y tercer año de la República, sino que la restricción de libertades que se decretó durante el bienio negro obligó a Piqueras a suavizar el planteamiento de la nueva etapa, de la que sólo se habrían de publicar otros cuatro números, para darse el definitivo cierre de Nuestro Cinema en agosto de 1935.
Estos arranques críticos de la primera etapase suavizarán en la segunda.
     Otro de sus empeños de fue el de precursor de cine-clubs, desde su relación directa en su etapa madrileña con el primero de ellos que se crearía en España, El Cine-Club Español auspiciado por La Gaceta Literaria de Giménez Caballero, o el de su sucesor, el Proa-Filmófono, también propiedad de Urgoiti y con las películas suministradas por Piqueras desde París, que incluían la mayoría de los títulos de cine soviético que se pudieron ver durante la República. Desmarcándose poco a poco de las sesiones cineclubistas dirigidas a la burguesía, Piqueras irá apoyando iniciativas para extender la cultura cinematográfica a las capas más bajas de la sociedad como una posible salida para aquellas, propósito que desembocaría en octubre de 1933 en el número que cierra la primera etapa de Nuestro Cinema con la intención de crear una Federación de Cine-Clubs Proletarios. Asimismo, como complemento a su actividad periodística Piqueras también puede ser considerado como uno de los precursores de la historiografía cinematográfica en España, ya que dedicó parte de su trabajo a escribir en su peculiar estilo sobre la historia del cine, tanto nacional como internacional cuyas huella más visibles que nos han quedado son un Panorama del Cinema Hispánico y una Historiografía del cinema, publicados ambos en su revista.

Dos anuncios de su propio Cineclub
Cabecera del primer intento en España de Historiografía cinematográfica.
          Durante el intervalo entre las dos etapas de Nuestro Cinema y después de su definitiva desaparición Piqueras vuelve a alquilar su pluma, sin desvincularse por ello de Filmófono y de ofrecer el material que ésta no quisiera a la marca Cifesa. Principalmente colaborará en la revista especializada Cinegramas, además de aparecer esporádicamente en las secciones de cine de revistas literarias como Gaceta del Arte, Octubre, Nueva Cultura (editada por su amigo Josep Renau), o en el órgano del partido comunista, al que pertenecía desde hace años, Mundo obrero.
Anuncio del CineClub de Filmófono,empresa que sustuvo al revista.
             Será propiamente esta militancia y una inoportuna recaída en su operación de úlcera de estómago, herencia de su actividad frenética en favor del cine, la que precipitará su muerte. El 14 de julio de 1936 y en su enésimo viaje a España, Piqueras tuvo que apearse en la estación ferroviaria de Venta de Baños, para recuperarse de un agravamiento de su reciente operación, acompañado de unos papeles de propaganda que denunciaban su filiación comunista. Este cúmulo de circunstancias propició, tras el levantamiento franquista del día 18, su fusilamiento a sangre fría y entierro en una fosa común, pero sin saber  realmente sus verdugos de quién se trataba. Este trágico final a tan temprana edad, similar al de García Lorca y al de muchos de sus anónimos coetáneos a los que Piqueras dedicaba sus desvelos, cercenó una maravillosa aventura cinematográfica que no sabemos hasta donde pudiera haber llegado tras la guerra civil, aunque fuera lastrada por un hipotético exilio en París o en cualquier país de América tras la ocupación nazi de la capital francesa, como luego le ocurriera a su hijo y a su viuda, Ketty González, residentes en Venezuela. 
Caricatura de Piqueras en La gaceta Literaria
            No contentos con su desaparición física, su memoria fue cruelmente silenciada durante los cuarenta años del franquismo, aunque sin conseguirlo del todo hoy en día, porque poco a poco los historiadores cinematográficos herederos suyos han podido recuperar su memoria, y lo que es más valioso, la mayor parte de su obra con la edición facsímil de Nuestro Cinema que podemos consultar y el rastreo del resto de artículos en los ejemplares de las revistas que se conservan por las diversas hemerotecas. Quiero sumarme con este recuerdo a los que intentan mantener viva la llama del amor por el cine que nos legó un querido amigo llamado Juan Piqueras.
Alegoría ¿donde está Piquera en la foto y en la memoria...?
            Mas información: Carlos y David Pérez Merinero, Del cinema como arma de clase. Antología de Nuestro cinema. 1932-1935, Valencia, Fernando Torres, 1975. Y Juan Miguel Llopis, Juan Piqueras: el “Delluc” Español, Valencia, Ediciones Filmoteca, 1988. En ambos libros se adjunta una amplia antología de sus textos.

        Hasta aquí el artículo. Si alguien desea ver el estudio completo de la revista que realicé en mi Tesis Doctoral y que ya adjunte en este blog con motivo de la misma, pero que añado de nuevo:
 
   Algunas fotografías están extraídas de internet sin ánimo de comerciar con ellas. Gracias de antemano por la ayuda desinteresada. El resto son de mi archivo personal que, de la misma forma, permito su utilización siempre que sea sin ánimo de lucro. Por ejemplo aqui van otras relacionadas con Nuiestro Cinema.














¡Que aproveche! Un cordial saludo. 
Aitor Hernández Eguíluz  


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11 comentarios:

  1. Hola. Mi nombre es Alfonso Oñate. Estoy haciendo una investigación sobre Manuel de la Escalera, preso en las cárceles franquistas durante 23 años. Fundador de cine clubs, sé que tuvo una correspondencia muy nutrida con Piqueras en los años 30. ¿Sabes algo al respecto? ¿Sabes si podría contactar con algún familiar de Juan Piqueras en Venezuela? Gracias.

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    1. Hola yo soy el bisnieto de juan. Mi familia y yo somos de venezuela pero ahora vivimos en valencia,España. Que quires saber de nosotros?

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    2. Hola Sebastián. Feliz año. Me consta que Juan Piqueras y Manuel de la Escalera tuvieron una fuerte relación epistolar. Sabéis algo? Mi email es alfonso_1981@hotmail.com. Un saludo.

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  2. Lo siento, por la tardanza y por mi desconocimiento. No tengo la información que me pides. Manuel de la Escalera es un nombre más dentro de la nómina de nombres que he manejado en mi tesis: "Las revistas cinematográficas en los años treinta". El qué fue de... es una cuenta pendiente de todos con los represaliados conocidos y desonocidos.
    Un saludo. aitorh66

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    1. Hola Aitor. Me gustaría mucho leer tu tesis. Cómo me puedo hacer con ella? Mi email es alfonso_1981@hotmail.com

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    2. He publicado una parte con la Filmoteca Valenciana, con el título de "Testimonios en huecograbado", 2008, que todavía se puede comprar. El resto se puede consultar libremente en la Filmoteca de Zaragoza, puedes decir que vas de mi parte. Si no te cuadran estas posibilidades me dices y pensamos algo.
      Ciao. Aitor.

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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    1. Enrique Fibla Gutiérrez12 de enero de 2017, 16:22

      Hola Sebastian, sabes si por alguna casualidad tu familia guarda cualquier tipo de documentos de Juan Piqueras? Según tengo entendido todo el archivo se perdió en París, pero uno siempre guarda la esperanza de que algo quedase en Valencia o Venezuela! Ahora mismo estoy en Barcelona, pero voy mucho a Valencia porque mi familia está allí, si quieres contactarme mi correo es enrique.fibla@concordia.ca

      un saludo,

      Enrique Fibla

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  4. Enrique Fibla Gutiérrez12 de enero de 2017, 16:17

    Buenas!
    Muchísimas gracias por este espectacular blog y todo el trabajo desarrollado Aitor! Soy un investigador de Valencia que está haciendo la tesis en Montreal (Canadá) sobre cine no comercial en los años 30 en España, y tu trabajo ha sido fundamental para mí. Una pregunta, sabes si el último ejemplar de Nuestro Cinema (17, Agosto 1935) puede encontrarse en formato físico en algún lugar?

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    1. Enrique Fibla Gutiérrez12 de enero de 2017, 16:18

      Ah, mi correo es enrique.fibla@concordia.ca

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  5. Yo he consultado los tres en su día, aunque fue hace ya catorce años. Pero creo recordar, ya que estás en Barcelona, que estaban en la casa del Arcediano, la Hemeroteca Municipal, allí en la catedral.

    Si no la encuentras, puedo mirar en mi tesis, que e el registro de los ejemplares conservados estará la localización concreta de esos ejemplares.

    No sé si has leído "Testimonios en huecograbado", allí hay un capítulo dedicado al cine no comercial, que incluye el documental o en el capítulo de la Guerra civil.

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